domingo, 7 de julio de 2013

EL MAYOR ABISMO DE MI EXISTENCIA

Veamos retroceder hasta ese episodio de mi vida no es fácil en lo absoluto, más que nada porque hay recuerdos fatídicos  que cualquiera   en su sano juicio querría bloquear para siempre.

Yo hasta la entrada a secundaria había sido alguien no aclamado/a a quien todo el mundo admirase pero si aceptado/a por los demás. “Nadie me tosía”. Yo siempre había                                                                 sido una persona muy callada desde que pise el colegio pero aquellos que me rodeaban me aceptaban así, o al menos eso parecía al ver que compañeros de clase me reclamaban para entrar en su círculo de juegos en el recreo a pesar del mutismo.

Todo cambió al hacerme mayor y pisar el crudo suelo del instituto de secundaria, aquello encajó mi vida de otra forma.

Repentinamente pasé de ser un/a alumno/a más entre todos para convertirme en el centro de las malas miradas, cebo de las burlas, “saco de boxeo de comentarios crueles y dañinos” de infinidad de hormonas revolucionadas…

Y allí estaba yo, habiéndome convertido de la noche a la mañana  en el/la típico/a payaso/a de turno de todos los alumnos, en el punto de mira para que todos pudieran descargar frustraciones y complejos a través de sus bromas e ironías hacia mi. Me sentía como un mono de feria. Hago hincapié en el tema de las risas y burlas porque era lo único en lo que estas “dóciles criaturas” reparaban, pero claro, desde fuera. Ósea solo veían a alguien débil de quien poder mofarse a gusto, ni siquiera pensaban que estaban llevando a cabo la crueldad, para ellos solos se trataba de un/a “lelo/a”(yo) y la oportunidad de pasar un buen rato a su costa no había nada más allá. Y lo cierto es que detrás de todo esto si había mucho más: Después de los primeros meses de curso acosándome yo ya me sentía como un parasito, un ser sin autoestima y totalmente destrozado. Ya no me quedaba ni un amigo, todos me habían abandonado a raíz del maltrato psicológico, mis notas empeoraron porque no podía centrar mi atención en clase. La psicóloga  me dijo que aquello de la desbordante falta de atención era a causa de la misma falta de interés hacia la realidad que estaba a mi alrededor, era una forma de evadirme de todo y refugiar mi mente constantemente en el otro mundo.

A causa de todo esto incluyendo la falta de interés por todo, la continua desgana y desánimo que sentía, más, claro esta, mi bajón académico hubo problemas también en mi familia. Las relaciones con mis padres y hermano también tocaron fondo: continuas regañinas y discusiones en casa con mis padres, una relación que se había convertido en lo más desesperante con mi hermano y yo…

Y lo peor de todo es que esta situación empeoraba a cada día y cuanto más tiempo pasaba la estancia en ese centro escolar se volvía más insostenible y desagradable. A cada año mi falta de ganas, mi perdida de autoestima, mi baja atención y mi desesperación se intensificaban.

Os preguntareis si no estoy exagerando todas estas emociones y mi situación en este caso por solo un puñado de burlas, pero el caso, es que aparte de burlas también recibía críticas y comentarios de lo más dañinos frente a mis narices sabiendo que yo estaba allí pero como si fuera una pared o un/a muñeco/a,  quizás cualquier  cosa alelada incapaz de comprender esa clase de habladurías lamentables en mi presencia. Estaba harto/ade aguantar todas esas burlas de mal gusto, todas esas criticas nauseabundas, agresiones verbales y físicas hacia mi, tanto que lo único que ocupaba mis pensamientos en  ciertas ocasiones era La divina ideas de quitarme de en medio. Así que mis padres encontrándome en aquella situación decidieron recorrerse algunos km. Para ver si yo mejoraba en otro pueblo con un cambio de aires. Una vez allí conseguí centrarme en los estudios y sentirme menos desesperado/a. Pero aún así si he profundizado en todo esto es para que la gente incomprensiva o pasota recapacite de que estas cosas no se tratan de una broma sino de algo delicado, sobre todo hacerles ver a aquellos que llevan a cabo y ponen en práctica el acoso psicológico que tampoco se trata de pasar buenos ratos sino de ver que detrás de estas “simpáticas bromitas” hay alguien que lo pasa mal y que hay más afectados a parte de ese alguien, ya que aún puedo recordar a mi padre sentado en los pies de mi cama sollozando sin parar solo porque yo me sentía desmoralizado/a.

Y esto lo he escrito por todos aquellos que lo estén pasando o puedan llegar a pasarlo algún día, ¡ojo! No significa victimismo o autocompasión.          

Raquel López Valverde

1 comentario:

  1. Bueno, pues que decir, la historia es como para quedarse sin palabras, es vergonzoso lo que se puede llegar a provocar en otras personas, por tal de hacer la gracia, solo decirte que espero que nunca vuelvas a pasar por la misma situación tan incomoda, y que todo vaya bien, a ti y tu entorno. Animo!!!! ;)

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